Yo cambiaría la expresión: un maestro no es uno de que da clase, sino uno con clase. Manuel Vicent escribía hace unos meses un artículo precioso en El País en el que explicaba lo que es una persona con clase. Me lo estudié de memoria. Decía que la clase es esa secreta seducción (ya he dicho un montón de veces que le falta seducción a la escuela) que emiten algunas personas a través de su forma natural de ser y de estar. La clase le nace a uno de su belleza moral, que desde el interior determina todo lo que hace, haciendo que cumpla con su deber por ser su deber, sin darle más importancia. A las personas con clase las percibimos en un discreto segundo plano, siempre pendientes de los demás, alejados de las formas agresivas, como si la educación se la hubiera dado el aire que respiran. Y encima les sienta bien la ropa.
(o proponer sin tregua camelias sobre musgo)